Fotografía callejera en Toulouse
Cuando uno se echa al camino con una cámara al cuello, tiene que decidir pronto si va a limitarse a disparar postales o si, en cambio, prefiere jugarse el tipo buscando en cada rincón el alma verdadera de una ciudad. Porque, seamos francos, la esencia de cualquier sitio jamás estuvo solo en sus monumentos, en sus fachadas lustrosas ni en esas estampitas turísticas que te venden en el kiosco de la esquina. La ciudad de verdad, la que respira y siente, vive en sus calles y en su gente; en los rostros anónimos que cruzan apresurados las plazas o que se detienen a fumar un pitillo en cualquier portal. Luego hay lugares, no nos engañemos, donde por mucho que te esfuerces, no hay postal que valga; sitios donde la belleza no radica en catedrales imponentes ni en panorámicas para turistas chinos. Son pueblos, ciudades pequeñas o barrios olvidados, lugares donde el único modo digno de echar una fotografía es apuntando directamente al latido cotidiano, a lo que algunos llaman, con pompa ac...