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Otoño en el Valle de Arán.

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       He de confesar que como un tipo raro que soy, mis estaciones favoritas son el otoño y el invierno, la que menos me gusta es el verano. Y es que estéticamente hablando, el otoño es un espectáculo visual en nuestros bosques, que se tornan de esos maravillosos tonos ocres, amarillos, rojos, llegando a convertir la masa forestal unas veces en explosiones de óxido y fuego, y otras en elegantes combinaciones de tonos cálidos. Entre muchos lugares magníficos para observar el otoño en España, para mí destaca el Valle de Arán, ya que viví durante bastantes años allá, y fue donde me enamoré de esta estación. En el Sauth deth Pish (Salto del pez), uno de sus rincones más conocidos, el otoño se convierte en pintor y transforma este paraje en un lienzo donde expresarse con todo su arte. Así que, como este año el otoño no ha sido tan espléndido a causa de las altas temperaturas hasta bien adentrado el mes de octubre, os dejo esta foto tomada hace unos años en el Sauth deth Pish. Sauth deth Pi

Cómo fotografiar el caos: Uelhs deth Joeu

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El Valle de Arán , lugar mágico y bello donde los haya, y donde tuve la suerte de vivir durante una larga temporada de mi vida,  guarda rincones aun más especiales si cabe.  Más concretamente en Artiga de Lin , nos encontramos con una surgencia de agua proveniente del glaciar del Aneto, que tras desaparecer en el valle de Benasque y recorrer unos cuatro kilómetros bajo tierra vuelve a emerger en los llamados Uelhs deth Joeu, (Ojos de Júpiter o del Diablo). Uelhs deth Joeu, Valle de Arán, octubre 2014 Nikon D-7000, Nikon 12-24 mm. f/4 filtro polarizador Focal 22 mm. Apertura f/11 Obturación 0.5s. ISO 100 Cómo fotografiarlo Estos rincones, donde se entremezclan rocas, troncos caídos y saltos de aguas, resultan un caos a la hora de componer una fotografía que funcione. Tenemos que conseguir visualizar una estructura que nuestro cerebro sea capaz de identificar rápidamente, pues aunque complejo, nuestro cerebro siempre tiende a simplificar lo que vemos. En este caso, basé la composición en

Historia tras la foto: Zorro sorprendido en la nieve y la importancia de la anticipación

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Salí una mañana de noviembre con las primeras nieves y la intención de fotografiar el pueblo abandonado de Montgarri, en el Valle de Arán.  Estuvimos aprovechando las primeras luces para fotografiar el Santuario que era la intención principal. Pero cuando nos disponíamos a marcharnos, tomé la precaución de cambiar el angular que llevaba colocado en la cámara, por un tele con duplicador en previsión de que por el camino se nos cruzase algún animal. Fue una decisión acertada ya que c on las primeras nevadas los zorros se vuelven muy activos en busca de presas fáciles, es fácil sorprenderlos en su hábitat en busca de comida y éste se puso a tiro de cámara. Cuando lo ví solo me dio tiempo a poner rodilla en tierra  y ajustar los parámetros rápidamente antes de que tras mantenerme la mirada por unos instantes huyera al interior del bosque. Zorro en la nieve, Valle de Arán, noviembre 2014 Nikon D-7000, Nikon 70-200 mm. f/ 2.8 + TC x2 Focal 800 mm. Apertura f/8 Obturación 1/400 s. ISO 800 CON

Historia tras la foto: Ascensión en solitario

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Aquel mes de marzo estaba siendo especialmente lluvioso, lo que en el Valle de Arán en cotas altas se traduce en nieve. Así que el primer día que apareció el sol tras salir del trabajo cogí mi equipo fotográfico y mis esquís y salí dispuesto a fotografiar el atardecer desde el Cloth de Baretja.  Ascendía lentamente pero sin pausa absorto en mis pensamientos imaginando el gran atardecer que iba a encontrarme cuando llegase al collado, desde el que se tiene una vista espectacular del macizo de las Maladetas. Mientras progresaba por la pista forestal rodeado de abetos, y tan solo acompañado por el sonido hipnótico de las pieles de foca deslizándose rítmicamente sobre la nieve, un estado de felicidad plena me llenaba de energía. Normalmente cuando me internaba solo por estos bosques en otras épocas del año siempre transitaba con la mosca tras la oreja, pues a principios del otoño de 2009 tuve un encuentro fortuito con un oso, aunque sin mayores consecuencias que un buen susto y otra anécdo