Fotografiando milanos en España
Una de las rapaces diurnas más comunes —y al mismo tiempo más olvidadas— de la península ibérica son los milanos: el real (Milvus milvus) y el negro (Milvus migrans). Dos parientes con apellido compartido, pero personalidades bien distintas. El negro es un visitante estacional, que llega con la primavera y se marcha cuando el calor empieza a rajar las piedras. El real, en cambio, es residente todo el año. Un superviviente de los que no hacen las maletas.
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Milano real entre cantuesos, Parque Nacional de Guadarrama, mayo 2020 Nikon D-810, Nikon 400 mm. f/2.8 Apertura f/4 Obturación 1/2000s. ISO 1400 |
Ya en el siglo XVIII, naturalistas como Félix de Azara o Buffon mencionaban a estas aves, fascinados por su vuelo elegante y su capacidad para adaptarse al entorno humano. El milano, decían, es carroñero, pero no rastrero. Limpia el campo, recoge lo que otros dejan. Y, a diferencia de su reputación, es más oportunista que cobarde.
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Milano real entre cantuesos, Parque Nacional de Guadarrama, mayo 2020 Nikon D-810, Nikon 400 mm. f/2.8 + TCx2 Focal 800 mm. Apertura f/8 Obturación 1/2000s. ISO 1600 |
A nivel estético, el milano real juega con ventaja: ese plumaje rojizo, esa cola ahorquillada como hecha con tiralíneas y esa manera de flotar en el aire, como si el viento lo obedeciera. El negro, más sobrio, es menos esbelto, más pragmático en el vuelo. Pero también bello, si uno sabe mirar más allá del brillo superficial.
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Milano real en vuelo, Humedales de La Mancha, febrero 2020 Nikon D-810, Nikon 400 mm. f/2.8 Apertura f/2.8 Obturación 1/1000s. ISO 320 |
Lo irónico es que, a pesar de ser de las rapaces más visibles —si sabes mirar hacia arriba, claro—, el milano real está incluido en el Libro Rojo de las Aves de España como “En peligro” y figura como “En peligro de extinción” en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas. Dime tú si no es una metáfora perfecta: lo que más vemos es, muchas veces, lo que más estamos perdiendo.
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Milano negro, Parque Nacional de Guadarrama, mayo 2020 Nikon D-810, Nikon 400 mm. f/2.8 + TCx2 Focal 800 mm. Apertura f/8 Obturación 1/1600s. ISO 1600 |
El milano negro tampoco está para tirar cohetes: aparece como “Casi amenazado” y como “De interés especial” en los mismos listados. Es decir, no se extingue aún, pero tampoco respira tranquilo.
Esto no es nuevo. Ya en la Edad Media, los milanos eran frecuentes en ciudades como Toledo o Sevilla, donde volaban entre tejados y campanarios, aprovechando restos y desperdicios. En Londres, durante el siglo XVI, eran tan comunes que Shakespeare los menciona en El Rey Lear. Hoy, esa relación milenario-humana se ha fracturado. Menos campo, más veneno, menos respeto. Más selfies y menos silencio.
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Milano negro aterrizando, Parque Nacional de Guadarrama, mayo 2020 Nikon D-810, Nikon 400 mm. f/2.8 Apertura f/4 Obturación 1/2000s. ISO 1400 |
Si eres de los que disfruta con una cámara al cuello y los prismáticos al hombro, toca hacer las cosas bien. Seguir el Código ético para la observación de aves no es un capricho: es sentido común. Y si además las fotografías, recuerda que hay un Código ético del fotógrafo de naturaleza. Spoiler: no incluye arrimarte al nido ni cebarlas como si fueran palomas de plaza.
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Milano negro, Parque Nacional de Guadarrama, mayo 2020 Nikon D-810, Nikon 400 mm. f/2.8 Apertura f/3.5 Obturación 1/1250s. ISO 1250 |
Porque observar milanos no debería ser un acto rutinario, sino un privilegio. Y si no lo cuidamos, acabará siendo un recuerdo. Otro más en la lista de cosas que dejamos ir por comodidad.
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Milano negro, Parque Nacional de Guadarrama, mayo 2020 Nikon D-810, Nikon 400 mm. f/2.8 Apertura f/4 Obturación 1/2000s. ISO 1400 |