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Mostrando las entradas etiquetadas como Camboya

Atardecer en el templo de Pre Rup

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Llegué en tuk-tuk, claro. No iba a cruzarme media jungla a pata como un arqueólogo de los años 30. El conductor era un tipo menudo con una sonrisa permanente y un repertorio básico de español aprendido de turistas: “¡Cristiano Ronaldo, muy bueno!” Asentí con convicción, aunque me da igual el fútbol. Pero nací en Sevilla, y allí no se elige. Allí, cuando un niño nace, antes de saber andar ya le han hecho del Betis o del Sevilla. No como en Córdoba o en Soria, donde se reparten entre el Madrid y el Barça como si fueran marcas de yogur. La carretera se fue transformando en tierra, la tierra en polvo, y el polvo en piedra. Y ahí estaba Pre Rup. Un templo de ladrillo rojizo, sólido, sin florituras. Parecía más una fortaleza que un santuario. Dicen que fue construido para Shiva, pero con tantos dioses, reyes y reformas, quién sabe. Durante años se creyó que aquí se cremaban cuerpos. Pero nada. Otro malentendido romántico. Lo que parece una pira funeraria es solo la base de una ...

El baile de las Apsaras.

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Apsara , Camboya, octubre 2019 Nikon D-750, Sigma 105 mm. f/2.8 Apertura f/2.8 Obturación 1/100s. ISO 640 BR EVE HISTORIA             Las bailarinas Apsaras de Camboya son figuras legendarias y una pieza clave de la cultura jemer. Originarias de la mitología hindú, estas ninfas celestiales son famosas por su belleza etérea y su elegancia hipnótica. En el imaginario camboyano, han quedado inmortalizadas en esculturas y relieves que decoran los templos ancestrales, en especial el majestuoso Angkor Wat, el icónico complejo de templos en Siem Reap. Las representaciones artísticas de las Apsaras se remontan a los siglos IX y X, durante el reinado del rey jemer Suryavarman II. Se cree que fueron concebidas para deleitar y honrar a los dioses, sirviendo de puente entre lo divino y lo humano. Su danza, más que un simple espectáculo, es un lenguaje simbólico que fusiona movimientos gráciles con una profunda carga espiritual. Hoy en día, las bailarinas Apsaras ...

Fotografiando a otros turistas

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  No hay nada como llegar a ese lugar con el que llevas fantaseando meses —ese que parecía sacado de un sueño, de una postal, de un documental de la BBC— y descubrir que el sueño incluye a miles de personas exactamente igual que tú: sudadas, frustradas y con el dedo temblando sobre el botón de la cámara, dispuestas a matar por una foto que ya han hecho millones… igualita. Porque claro, todos queremos la foto . Esa, la mítica, la icónica, la que demuestra que fuimos, vimos… y nos comimos una hora de empujones para tenerla. Y si de paso se cuela un selfie en el que fingimos espontaneidad con cara de "estoy viviendo mi mejor vida", mejor. A unque estés más pendiente del encuadre que del puto Machu Picchu que tienes enfrente En ese momento de iluminación turística, te enfrentas a tres opciones: Practicar el noble arte de la paciencia budista y esperar a que por un milagro divino nadie cruce tu encuadre. Sacar el trípode, el filtro de 10 pasos y hacer una exposición larga, co...