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Fotografiando en la ventisca

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Las islas Lofoten, son un archipiélago que se encuentra en la provincia noruega de Nordland, por encima del círculo polar ártico. Es un lugar muy conocido por fotógrafos paisajistas de todo el mundo, pues tiene una belleza natural que abruma, cientos de islas, fiordos, montañas y pueblecitos de tradición pesquera con secaderos de bacalao junto al mar. Eso unido a la calidad de la luz de estas latitudes y al fenómeno de la aurora boreal lo hacen un destino soñado por muchos fotógrafos. Conocí estas islas en abril de 2015 durante unos días practicando esquí de travesía, así que no fue un viaje explícito para fotografiar sus grandes paisajes, pero aun así cargué la cámara y unos cuantos objetivos. Nos quedamos durante una semana en unas cabañas en las afueras de Svolvaer, uno de los principales pueblos de la zona, y desde allí nos movíamos por las islas en furgoneta, ya que casi todas están conectadas por túneles y viaductos. Normalmente el plan diario consistía en ascender desde la orill

Historia tras la foto: Ascensión en solitario

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Aquel mes de marzo estaba siendo especialmente lluvioso, lo que en el Valle de Arán en cotas altas se traduce en nieve. Así que el primer día que apareció el sol tras salir del trabajo cogí mi equipo fotográfico y mis esquís y salí dispuesto a fotografiar el atardecer desde el Cloth de Baretja.  Ascendía lentamente pero sin pausa absorto en mis pensamientos imaginando el gran atardecer que iba a encontrarme cuando llegase al collado, desde el que se tiene una vista espectacular del macizo de las Maladetas. Mientras progresaba por la pista forestal rodeado de abetos, y tan solo acompañado por el sonido hipnótico de las pieles de foca deslizándose rítmicamente sobre la nieve, un estado de felicidad plena me llenaba de energía. Normalmente cuando me internaba solo por estos bosques en otras épocas del año siempre transitaba con la mosca tras la oreja, pues a principios del otoño de 2009 tuve un encuentro fortuito con un oso, aunque sin mayores consecuencias que un buen susto y otra anécdo