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La hora azul del Puente Nuevo de Ronda

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Hace unos días, por fin disparé una de esas fotos que tenía pendientes desde hace años: el Puente Nuevo de Ronda, justo en la hora azul. Ese instante caprichoso en el que el día se resiste a morir y la noche aún no se atreve a entrar del todo. El cielo se vuelve de un azul imposible, como de postal manipulada, pero real. Tan real como el peso del trípode que cargué hasta el punto de la toma. No era una foto cualquiera. Era una cuenta pendiente. Una especie de reconciliación entre lo que fui y lo que soy. Porque hace muchos años, cuando aún llevaba el pelo rapado y las botas bien lustradas, estuve destinado en Ronda, en la XIX Bandera de Operaciones Especiales de la Legión. De aquellos días me queda el olor a pólvora, la disciplina a gritos y la memoria muscular de haber subido decenas de veces desde el valle hasta el pueblo corriendo, con el puente allá arriba, como un coloso de piedra que me vigilaba sin pestañear. Aquella estructura era el final del sufrimiento físico y el principio ...

El Sol de medianoche

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Junio, más allá del Círculo Polar Ártico. Por encima del Círculo Polar Ártico, en junio el sol se niega a esconderse. Las noches, si es que pueden llamarse así, son un eterno atardecer que se funde con el amanecer en una coreografía de cuatro horas de luz dorada. Una fantasía para cualquier fotógrafo de paisajes y un desajuste monumental para el cuerpo humano. En junio de 2016, mi pareja y yo alquilamos un coche y nos lanzamos a rodear Islandia durante 22 días. Sin prisas, con tienda de campaña, hornillo y la idea clara de que el lugar para dormir se decidiría cada día sobre la marcha. Uno de esos viajes que se te clavan dentro y te cuesta superar. El día que hice esta foto, conducíamos por el norte de la isla buscando dónde plantar la tienda. Se nos fue la tarde persiguiendo charranes árticos con la cámara: elegantes, agresivos y bastante más fotogénicos que simpáticos. Cuando decidimos que ya era hora de dormir, estábamos en medio de la nada. Literal. Alguna casa perdida, mucho silen...

Historia tras la foto: Templo de Debod

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El Templo de Debod, con más de 2200 años a sus espaldas, fue un regalo de Egipto a España en 1968, como agradecimiento por la ayuda prestada en una de esas campañas internacionales que suenan a épica… pero que, si rascas un poco, huelen a parche mal puesto. Me refiero a la operación de la UNESCO para salvar los templos de Nubia, en peligro de desaparición por culpa de la presa de Asuán, esa mole de hormigón soviético que prometía domar el Nilo a cambio de anegar siglos de historia. El plan era sencillo y demencial a la vez: desmontar piedra por piedra templos enteros y recolocarlos en sitios más altos, como si fueran piezas de Lego gigantes. Y funcionó. Abu Simbel se salvó, Philae también. Y como Egipto no tenía dónde meter tanto templo suelto, empezó a repartirlos como si fueran diplomas honoríficos: el de Dendur para Estados Unidos (lo tienen encerrado en una pecera gigante en el MET), el de Taffa para Holanda, el de Ellesyia para Italia... y a España nos cayó el de Debod. Todo muy s...