Historia tras la foto: Ascensión en solitario


Aquel mes de marzo estaba siendo especialmente lluvioso, lo que en el Valle de Arán en cotas altas se traduce en nieve. Así que el primer día que apareció el sol tras salir del trabajo cogí mi equipo fotográfico y mis esquís y salí dispuesto a fotografiar el atardecer desde el Cloth de Baretja. 

Ascendía lentamente pero sin pausa absorto en mis pensamientos imaginando el gran atardecer que iba a encontrarme cuando llegase al collado, desde el que se tiene una vista espectacular del macizo de las Maladetas.
Mientras progresaba por la pista forestal rodeado de abetos, y tan solo acompañado por el sonido hipnótico de las pieles de foca deslizándose rítmicamente sobre la nieve, un estado de felicidad plena me llenaba de energía.

Normalmente cuando me internaba solo por estos bosques en otras épocas del año siempre transitaba con la mosca tras la oreja, pues a principios del otoño de 2009 tuve un encuentro fortuito con un oso, aunque sin mayores consecuencias que un buen susto y otra anécdota que contar. Pero en esta ocasión, siendo finales del invierno no me preocupaban los osos y ascendía felizmente sumido en mis pensamientos.

Por fin llegué al collado y para mi sorpresa justo al otro lado de la montaña donde se deberían de ver las cumbres más altas y salvajes de los Pirineos, lo único que podía atisbar era una marejada de nubes que progresaban rápidamente.

Mi gozo en un pozo, ¿qué hacer?, no había cargado todo el equipo para nada. Me fijé que las texturas de las nubes iluminadas por el sol del atardecer le daría un toque espectacular a una imagen.
Solo faltaba un sujeto principal para complementar aquel magnífico fondo. 

La nieve estaba virgen, no había pasado nadie por allí desde la última nevada y no era cuestión de ponerme a transitar arriba y abajo llenándolo todo de huellas para estropear la foto, así que planté el trípode en el lugar donde me encontraba, enfoqué a la distancia hiperfocal y encuadré al frente situando el sol en la esquina derecha, calé en el frontal del objetivo un filtro degradado de tres pasos para contrastar todavía más las nubes, puse el temporizador de disparo a diez segundos y comencé a foquear hasta donde calculaba que quedaría en el centro de la escena, haciendo yo mismo de sujeto principal en la imagen.

Y aquí el resultado, quizá no sea una gran foto, pero a mí me trae unos recuerdos imborrables.



Ascensión en solitario, Valle de Arán, España, marzo 2015
Nikon D-810, Nikon 12-24 mm. f/4 DX
Focal 24mm. Apertura f/11 Obturación 1/80s. ISO 64

SOBRE EL PROCESADO

 Me gusta recurrir al blanco y negro cuando lo llamativo de la imagen son las texturas como ocurre en esta fotografía, en la que las nubes y la nieve se llevan todo el protagonismo. El color azul desvaído restaba más que aportar al resultado final.


Posando en una foto posterior de aquella misma tarde.

UN DETALLE SOBRE EL EQUIPO

Aquellos días estaba estrenando mi primera cámara de sensor completo, por lo que no tenía ningún objetivo angular para ese formato, así que usé el 12-24 mm. DX, que es muy buen objetivo, pero colocado en una cámara de formato completo solo se puede aprovechar a partir de 18 mm. y aun así viñetea bastante.


Hasta la próxima.


Entradas populares

Material: Filtro Golden Blue de Singh Ray

Jaizkibel, una excursión foto-geológica al valle de los colores