Bajo la lluvia de Kalaw.

La lluvia caía suavemente sobre Kalaw. Yo observaba desde el porche del pequeño café, mi Nikon envuelta en un viejo pañuelo desgastado. Todo estaba en calma, excepto mi pulso.

Respiré hondo y sentí el olor de la tierra húmeda mezclado con el humo dulce de las pequeñas fogatas que encendían los habitantes para espantar el frío.

Entonces la vi. Avanzaba lentamente, caminando con gracia indiferente, envuelta en un lungui rojo que destacaba como un latido en medio del gris que teñía todo lo demás. Sostenía un paraguas verde que resaltaba aún más su figura bajo la lluvia fina. La tela mojada se pegaba ligeramente a su cuerpo mientras caminaba sin prisa aparente.

Levanté la cámara. Dudé un instante, consciente de la intromisión. Pero aquel instante era exactamente lo que había venido a buscar a Birmania. Una imagen que pudiera capturar la vida, el movimiento, el silencio de las cosas simples.

Disparé. La cámara emitió un suave clic, apenas audible bajo el murmullo de la lluvia. Ella levantó ligeramente el rostro, como si hubiera percibido algo. Pero continuó caminando sin mirar atrás.

Me quedé inmóvil, viéndola alejarse hasta desaparecer tras la esquina de una calle empedrada. Me pregunté quién era, a dónde iba, qué pensaba mientras caminaba bajo aquella lluvia. Pero eso ya no importaba.

Guardé la cámara y apuré el café frío en la mesa junto a mí. Luego salí al encuentro de la lluvia, dejando que el agua borrara mis huellas al igual que mi recuerdo en la mente de aquella chica del lungui rojo y el paraguas verde.

Bajo la lluvia de Kalaw, Birmania,  septiembre 2017
Nikon D-810, Sigma 105 mm. f/2.8
Apertura f/2.8 Obturación 1/60s. ISO 12800


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