Dettifoss y cómo fotografiar el arcoíris

 Cuenta una leyenda irlandesa que los leprechauns, esos duendecillos pelirrojos con mala leche y peor carácter, escondían ollas llenas de monedas de oro al final del arcoíris. Así que, si esto fuera cierto, Islandia debería ser el país más rico del planeta: es uno de los lugares con más cascadas por metro cuadrado, y cada vez que el sol se cuela entre la niebla, zas, aparece un arcoíris. Imagínate la de calderos.

Dettifoss es una de las cascadas más bestias de Islandia. Tiene 44 metros de altura y 100 de anchura. No es ni la más alta ni la más ancha, pero eso da igual cuando te lanza a la cara un caudal de 193 metros cúbicos por segundo. Es tanta el agua que levanta una nube de rocío visible desde un kilómetro de distancia. Por eso es la cascada con mayor volumen de Europa. Y sí, cuando el sol se digna a salir, aparecen arcoíris de los buenos: dobles, saturados, y hasta supernumerarios (sí, eso también existe).


Arcoíris en Dettifoss, junio 2016
Nikon D-810, Sigma Art 24 mm. f/1.4 filtro polarizador, filtro ND 10 pasos
Apertura f/11 Obturación 15s. ISO 64


Cómo hice esta foto

Llegamos a la cascada a mediodía, justo cuando la luz se pone tonta y lo fastidia todo. Pero aquí la bruma lo arregla: el rocío constante que levanta el agua, combinado con la luz solar directa, crea este espectáculo de color digno de un filtro de Instagram... pero de los buenos.

Cuando hay arcoíris, yo no me lo pienso: saco el filtro polarizador. Hay que ir girándolo hasta encontrar ese punto mágico donde los colores se disparan.

En esta toma, además, añadí un filtro de densidad neutra de 10 pasos. ¿Para qué? Para alargar la exposición a 15 segundos y conseguir ese efecto de agua sedosa que tanto gusta y tan difícil es de explicar sin parecer cursi.



Arcoíris doble, junio 2016
Nikon D-810, Nikon 70-200 mm. f/2.8 filtro polarizador
Focal a 70 mm. Apertura f/8 Obturación 1/250 s. ISO 64

Curiosidad

No todos los arcoíris son iguales. Hay toda una colección digna de Pokémon: rojos, lunares, nebulosos, dobles, supernumerarios… La física tiene la culpa. Todo se reduce a cómo se descompone la luz solar al atravesar microscópicas gotas de agua suspendidas en el aire, y al ángulo en que el sol pega.

En la imagen, en la esquina superior derecha, se ve otro arcoíris con las bandas más anchas y los colores al revés: ese es el secundario. Entre ambos hay una franja más oscura, la banda de Alexander, que parece una frontera entre mundos. Y sí, dentro del arco primario, la luz es más clara. Cosas de la refracción.

Lectura recomendada

 Si quieres profundizar en este y otros fenómenos meteorológicos que pueden hacer que una foto valga la pena, te recomiendo el libro: Fotografiar con mal tiempo, un buen momento, de Eduardo Blanco MendizabalNo solo tiene buen título: sabe de lo que habla.


Un servidor con el arcoíris doble a la espalda

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