Fotografiar cetáceos: técnica, paciencia y suerte

Desde siempre he sentido una atracción casi magnética por los grandes cetáceos. Hay algo ancestral en ellos, como si arrastrasen el espíritu primitivo de la Tierra en cada movimiento. De niño, me quedaba hipnotizado viendo los documentales del Comandante Cousteau: aquellas criaturas descomunales parecían fantasmas del océano, deslizándose en un mundo ajeno al nuestro. Ver saltar a una ballena —esa montaña viva que irrumpe en el aire por unos segundos— no es solo impresionante, es casi una revelación.

Islandia: el rugido del hielo y la ballena

La imagen de la ballena la fotografié en Islandia, en una excursión que zarpaba desde Húsavík, ese pueblito del norte islandés donde el frío te entra hasta los huesos, pero la promesa de ver un coloso marino lo justifica todo. Salimos en un navío de velas llamado Haikur —sí, velas de verdad, como en las novelas de aventuras, pero con más Gore-Tex que romanticismo—. Húsavík es parada obligatoria para los amantes del “Whalewatching”... o, si no te ofende hablar castellano, avistamiento de cetáceos. Pero ya sabes, si no lo dices en inglés parece que no cuenta para Instagram.


La despedida silenciosa del rorcual aliblanco, Islandia, junio 2016
Nikon D-810, Nikon 70-200 mm. f/2.8 a 200 mm.
Apertura f/2,8 Obturación 1/1600s. ISO 110

El ejemplar era un rorcual aliblanco (Balaenoptera acutorostrata), elegante y esquivo. Usé mi Nikon D-810 con un 70-200mm f/2.8, un combo fiable que no perdona errores, pero tampoco te salva si estás lento. El barco seguía al grupo manteniendo la distancia —como debe ser—, así que tocaba observar, leer los gestos. Cuando arquean la cola es que se viene zambullida. Me anticipé al momento y disparé justo antes del último adiós. Lo que sentí… emoción pura. Una mezcla de adrenalina, reverencia y un poco de vértigo, como si el océano me recordara lo insignificante que soy.


El Opal pone rumbo a Husavik, Islandia, junio 2016
Nikon D-810, Nikon 70-200 mm. f/2.8 a 200 mm.
Apertura f/3,5 Obturación 1/1600s. ISO 64

Estrecho de Gibraltar: delfines juguetones

A este simpático delfín lo fotografié en el Estrecho de Gibraltar, otro de esos puntos calientes para el avistamiento de cetáceos —así es, cada vez que viajo cerca del mar ando husmeando barcos turísticos como sabueso tras el rastro del salitre. Esta vez la excursión fue con Turmares, una empresa dirigida por biólogos, en un viejo barco pesquero reconvertido para el ahora popular “whalewatching” (bendito sea el marketing anglófilo). Menos épico y glamuroso, pero igual de eficaz.

Saltando en libertad, Estrecho de Gibraltar, junio 2015
Nikon D-810, Nikon 70-200 mm. f/2.8 a 200 mm.
Apertura f/6,3 Obturación 1/1250s. ISO 640

Se trataba de un delfín mular (Tursiops truncatus): simpáticos, saltarines y con sonrisa perpetua. Una manada nos escoltaba, saltando al compás del barco, como si estuvieran coreografiando una danza submarina. Con el mismo equipo, esperé el salto, apreté el obturador y congelé ese instante de alegría acuática. Fue divertido, sin más. A diferencia del momento con la ballena, que imponía respeto, esto fue casi una fiesta: risas en cubierta, cámaras disparando como metralletas y los delfines haciendo de las suyas.

Vestidos para la gloria.


Consejos para fotografiar cetáceos (sin morir en el intento):

  • Llévate un teleobjetivo decente
    Mínimo un 200 mm. Si vas con un 50 mm “porque es más ligero”, hazte un selfie y vuelve a casa.

  • Velocidad de obturación alta
    Estás disparando a bichos de varias toneladas que se mueven como si les hubieran dado Red Bull, a eso súmale el movimiento del barco. 1/1000 s o más.

  • Modo ráfaga activado
    Aquí no vale el "esperar el momento justo". Dispara como si te fuera la vida en ello. Luego ya borrarás 200 fotos iguales.

  • Enfoque continuo (AF-C o AI-Servo)
    Yo suelo usar 9 puntos.

  • ISO flexible
    No tengas miedo de subirlo. Es mejor una foto con algo de grano salvable en el procesado que imágenes trepidadas o desenfocadas.

  • Protección para la cámara
    Salpicaduras, viento, sal. Lo peor para tu equipo y lo mejor para tu neumonía. Una funda de lluvia no sobra.

  • Anticiparse al movimiento
    Si ves que el cetáceo arquea la cola, viene inmersión. Si los delfines aceleran, se viene el salto. Ojos abiertos.

  • No te pongas en modo National Geographic
    Es decir, no te obsesiones. Disfruta también del momento sin mirar solo por el visor. A veces la mejor foto es la que te llevas en la cabeza.

  • Respeta al animal y al entorno
    No grites, no corras por la cubierta, y no le pidas al patrón que se acerque más “para la foto”. No es un zoo ni tu estudio privado.

Una última cosa (o dos)

Una cosa que me gustó de ambas excursiones —tanto en Islandia con North Sailing como en Tarifa con Turmares— fue el respeto con el que tratan a los animales. Nada de acercarse a lo loco, ni de acosar al bicho hasta que salte para la foto de portada. Se rigen por un código ético, y no uno de esos que se ponen en la web para quedar bien, sino uno que aplican de verdad. Por lo visto, muchas de estas empresas se adhieren a tratados internacionales como el Convenio de Bonn o el ACCOBAMS, que vienen a decir, en resumen: “mira, sí, observa, pero no jodas”. Lo cual, sinceramente, es lo mínimo cuando estás entrando en casa ajena.

¿Has fotografiado cetáceos alguna vez? ¿Te mareaste antes de sacar la cámara? Cuéntalo abajo, no seas tímido. Los comentarios no muerden.

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