Cuando las restauraciones te estropean la foto.
Siempre que viajo, llevo en la cabeza un puñado de imágenes preconcebidas, las que cualquier fotógrafo que se precie debe capturar antes de empezar a buscar encuadres más originales. Son las fotos inevitables, las "estampitas", esas postales que, por más trilladas que estén, hay que asegurarse de tener antes de intentar algo distinto. En lugares turísticos abarrotados, esta misión roza lo imposible, pero uno insiste, cámara en mano, entre empujones y trípodes ajenos. Hace poco visité Estambul por primera vez. Como siempre, antes de partir me dediqué a investigar desde dónde podía obtener las mejores vistas de la ciudad al atardecer. Quería capturar las dos joyas del Bósforo: la Mezquita Azul y Santa Sofía, con esa luz dorada que transforma la ciudad en una postal viviente. Uno de los puntos recomendados era la terraza de un hotel en la zona, así que me aseguré de estar allí a la hora justa, listo para disparar. El lugar era perfecto, la luz también. To...