Visita al Museo Vasa.
Hoy visitaremos uno de los museos náuticos más importantes del mundo y, por supuesto, intentaremos hacer un pequeño fotorreportaje en un lugar que no pone las cosas fáciles. Fotografiar el navío de guerra Vasa es todo un reto: la luz es escasa y cálida, el barco es enorme y el espacio, bastante reducido. Vamos, todo lo que un fotógrafo sueña… si su sueño es complicarse la vida.
HISTORIA
Si hubiera un premio al mayor desastre náutico de la historia, el Vasa se lo llevaría de calle.
Este majestuoso barco de guerra, cargado de adornos y pretensiones, fue construido por orden del rey Gustavo II Adolfo de Suecia en el siglo XVII. Y aquí viene lo divertido: el 10 de agosto de 1628, con toda la pompa y ceremonia del momento, el Vasa se echó al agua… y se hundió como una piedra en menos de veinte minutos. Y no en mitad del océano, no. Se fue a pique delante del mismísimo rey y de todos sus ilustres invitados. Un espectáculo inolvidable, aunque no por las razones que esperaban.
¿La causa? Un capricho real. Gustavo II Adolfo, que debía de ser un tipo de los que piden "un poquito más" en el buffet, decidió que su flamante barco necesitaba otro puente de artillería. Porque más cañones, más prestigio. ¿El problema? Que al añadir ese peso extra, el centro de gravedad del barco quedó más alto de lo que la lógica marinera recomendaría. Resultado: una obra maestra de la ingeniería naval que no resistió ni la primera brisa.
Pero no todo fue un desastre. El Vasa se hundió en las frías y poco salinas aguas del Báltico, lo que hizo que su estructura y sus tallas se conservaran sorprendentemente bien durante más de tres siglos. En 1961, fue rescatado, restaurado y hoy se exhibe en un museo que, irónicamente, ha durado mucho más tiempo en pie que el propio barco.
FOTOGRAFÍA
Capturar al Vasa con la cámara no es tarea sencilla. Con 69 metros de eslora y 11,7 de manga, este coloso de madera ocupa un espacio que, aunque diseñado para él, le queda algo ajustado. Para colmo, la iluminación es tan tenue que parece diseñada para poner a prueba la paciencia de cualquier fotógrafo.
Para hacerle justicia, recomiendo usar un ISO alto, a partir de 1600, ya que el trípode está prohibido (como si no fuera ya lo bastante difícil). En cuanto a la distancia focal, un ultra gran angular (14-20 mm) ayuda a capturar la magnitud del barco, pero con una distorsión digna de una película de terror. En mi caso, con solo un 24 mm a mano, opté por hacer varias tomas en vertical para montar panorámicas en casa. Spoiler: no es la mejor idea cuando estás pegado al barco y la perspectiva decide hacer de las suyas.
Mi consejo: en lugar de frustrarse intentando capturar el Vasa entero, es mejor centrarse en los detalles. Con un objetivo versátil, se pueden conseguir imágenes interesantes de las tallas, los cañones o las piezas expuestas en el museo. Al final, una buena foto de un fragmento puede contar mucho más que un intento fallido de meterlo todo en el encuadre.
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Panorámica del Vasa, enero 2022 Nikon D-750, Sigma 24 mm. f/1.4 Apertura f/5.6 Obturación 1/50s. ISO 12800 |
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Un bote salvavidas junto al Vasa, enero 2022 Nikon D-750, Sigma 24 mm. f/1.4 Apertura f/2.8 Obturación 1/50s. ISO 1600 |
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Ornamentos de popa, enero 2022 Nikon D-750, Sigma 24 mm. f/1.4 Apertura f/2.8 Obturación 1/50s. ISO 1250 |
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Detalle de una tronera, enero 2022 Nikon D-750, Sigma 24 mm. f/1.4 Apertura f/2.8 Obturación 1/50s. ISO 3600 |
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Réplicas de las tallas ornamentales del barco con sus colores originales, enero 2022 Nikon D-750, Sigma 24 mm. f/1.4 Apertura f/2.8 Obturación 1/50s. ISO 1000 |
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Espacios museísticos, enero 2022 Nikon D-750, Sigma 24 mm. f/1.4 Apertura f/4 Obturación 1/50s. ISO 1400 |
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Representación de un marinero del Vasa, enero 2022 Nikon D-750, Sigma 24 mm. f/1.4 Apertura f/1.6 Obturación 1/50s. ISO 2000 |
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Escafandra de buzo usada para rescatar el Vasa, enero 2022 Nikon D-750, Sigma 24 mm. f/1.4 Apertura f/4 Obturación 1/50s. ISO 12800 |