Fotografiando tortugas gigantes en Galápagos: cara a cara con la historia
En el artículo anterior, ya comenté que fotografiar fauna en las Islas Galápagos es casi un regalo. Da igual si llevas una réflex, una compacta o un móvil: aquí, cualquier especie parece dispuesta a posar. Y si encima hablamos de alguna de las subespecies de galápagos gigantes, la cosa se convierte en un juego de niños.
El galápago —o tortuga gigante— es, sin discusión, el icono del archipiélago. De hecho, fue este animal el que le dio nombre a las islas.
Para verlas de cerca y disfrutar de su presencia, basta con visitar alguno de los centros de cría repartidos por las islas habitadas. En San Cristóbal está la Galapaguera (Centro de Crianza de Tortugas David Rodríguez); en Isabela, el Centro de Crianza de Tortugas de Pozo Villamil; y en Santa Cruz, lugares como el Rancho Primicias, el Rancho El Chato o la Estación Científica Charles Darwin.
Además, no es raro encontrarlas en libertad durante algunas de las excursiones. Vamos, que si no ves una tortuga gigante en Galápagos, probablemente no has salido del hotel.
Eso sí, por muy fotogénicas que sean, conviene no olvidar lo básico: no acercarse demasiado —que tengan su espacio—, y mucho menos tocarlas. No solo es una falta de respeto, sino que en nuestras manos pueden ir bacterias capaces de fastidiarles el caparazón. Y no están como para que les demos más problemas, sinceramente.
Aquí dejo una pequeña secuencia de un ejemplar fotografiado en el Rancho Primicias, en Santa Cruz. Un auténtico tanque prehistórico que se dejó retratar sin prisas, como si supiera que la cámara no tiene dientes.
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Tortuga gigante de Santa Cruz, (Chelenoidis porteri), noviembre 2021 Nikon D-810, Nikon 70-200 mm. f/2.8 a 165 mm. Apertura f/16 Obturación 1/250s. ISO 3200 |